Esa noche, ya tenía su destino. Las esperaba a ambas. Quizás si hubieran tardado más en tomar el autobús o hubieran decidido salir temprano aquella tarde; una de dos, la noche se habría fastidiado de esparar tanto ó las hubiera encontrado ya en casa, recostadas, en pijama y con la puerta bien cerrada. Pero no, esa noche... ya tenía su destino.
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